La madurez ya no tiene que ser una desgracia para las mujeres. Es tiempo de hacer caso omiso a los cánones de belleza. Envejecer bien depende, en gran parte, del estilo de vida de cada quien. O sea, es un asunto de responsabilidad individual.

Así lo afirma la dietista catalana Bàrbara Munar. Tiene 43 años, más de 300.000 seguidores en Instagram y miles de lectores, en España y en América Latina. A los 29, su mundo se tambaleó al descubrir su primera cana. Normal. Es hija de la época. “Las mujeres que nacimos entre los 60 y los 80 de siglo pasado hemos sido la generación que más imperativas de belleza hemos recibido desde muy temprana edad”, escribe en su último libro “Larga vida a las reinas. Cumple años de forma saludable” (Grijalbo/Penguin Random House).
“La industria de la moda, el cine y los medios exaltan la juventud, y eso provoca que muchas mujeres sintamos miedo a perder el atractivo físico”, nos dice en su libro.
Con el tiempo, superó ese miedo. Hoy lleva con humor las tres manchas solares que tiene en la mejilla izquierda, las llama “triángulo de las Bermudas”, y ha canalizado esa angustia que produce el paso del tiempo en dos libros. El primero, sobre la menopausia (Las reinas sin reglas), y este último, que salió en marzo y podría subtitularse: “Del arte de envejecer y envejecer bien”.
“Lo que me ayudó mucho fue entender que tengo un control total sobre el envejecimiento. Según un estudio de la Universidad de Harvard, el 80% del envejecimiento depende de nuestro estilo de vida”, afirma Munar en entrevista con AlgoPorVenir.
Mujeres visibles a los 40 y más…
—Nos dices que las mujeres maduras tienen mucho que aportar a la sociedad. ¿Aún no es el caso?
— Nosotras las mujeres no nos vemos representadas en los medios de comunicación, en las portadas de revistas, en los productos que anuncian para nosotras. Siempre ponen a mujeres más jóvenes. Entonces, parte de este libro es feminista y reivindicativa: las mujeres que tenemos más de 40 años seguimos siendo visibles y queremos estar representadas por los medios.
La segunda cosa que quiero con este libro es aceptar el envejecimiento. Nos avergüenza ver que tenemos manchas en la piel, que nos salen canas, que la piel se nos arruga. Al final, lo que se trata es aceptar que cumplir años es un regalo que nos da la vida.
Y el tercer objetivo de este libro es enseñar a las mujeres que tenemos un control brutal de nuestro envejecimiento, cosa que hace 10 años, por ejemplo, no sabíamos. Actualmente hoy sabemos que la genética solo interviene en cómo envejecemos en un 20-30%. El 70-80% depende de nuestro estilo de vida: alimentación, actividad física, sueño, gestión del estrés.
La generación del hambre y la delgadez
—Dices que las mujeres nacidas entre los 60 y los 80 fueron sometidas a feroces diktats de belleza. ¿Qué consecuencias tiene esto hoy?
— En los años 70, 80 y 90, las actrices y las mujeres en las pasarelas eran extremadamente delgadas. Y la única manera de conseguir esta belleza era comiendo poco. El comer poco ha generado que las mujeres que actualmente tienen 50 y 60 años sigan contando calorías.
Comer poco es sinónimo de salud. Pero a partir de los 40 años, tenemos unas necesidades aumentadas de grasas, de proteínas, de vitaminas, de minerales, de fibra. Son cambios metabólicos vinculados al descenso hormonal que acaba desembocando en la menopausia. Actualmente la mujer, fruto de esta cultura de la belleza y de la dieta, no está cubriendo esas necesidades. Y como que no lo está cubriendo, su sistema inmunitario está más bajo, pierde más masa muscular y aumenta la grasa de forma más rápida.

La menopausia se puso de moda. Está bien, pero…
Munar celebra que hoy se hable de menopausia con mayor libertad en los medios, pero lamenta que los mismos no se desprenden con facilidad de unos antiguos cánones de belleza.
“Actualmente es cierto que la menopausia se ha puesto de moda. Yo como mujer lo agradezco. Pero si te fijas también, las mujeres que más hablan de menopausia son mujeres que tienen un cuerpo socialmente aceptado. No tienen canas, tienen pocas arrugas, están delgadas, están fibrosas…al final las que están haciendo campaña son este tipo de mujeres que no representan el cuerpo real de la mujer. La mujer a partir de 40 años le salen canas, arrugas, lentigos solares y aumenta de grasa.
Es un momento positivo porque se habla de la vejez y se habla de la menopausia, pero ojito con los modelos que se están utilizando. Volvemos a entrar en el peligro de que se nos vuelvan a imponer modelos de belleza inalcanzables a las mujeres que ya vivimos unos modelos de belleza inalcanzables en los años 80 y 90″.
El estilo de vida lo es todo
En su libro, Bàrbara, quien desempeñó como periodista antes de ser dietista, explica que envejecer bien depende de muchos factores. Por supuesto, la alimentación es una práctica clave en el arte de recibir la madurez con gratitud.
“No se trata de prohibir el azúcar o el alcohol, sino de prevenir. Mi postura nunca es prohibitiva, sino educativa”, destaca.
Recuerda los beneficios de dietas como la mediterránea, la nórdica o la de Okinawa, que favorecen la longevidad. El secreto está en comer alimentos naturales: frutas, verduras, legumbres, pescado, etc.
Menciona también el concepto japonés Hara Hashi bu, que consiste en comer despacio y masticar bien. “Al hacerlo, segregamos leptina, la hormona que envía al cerebro la señal de saciedad. Así comemos con moderación, pero sin sensación de carencia”.
Además, promueve el ejercicio para la prevención del cáncer, la elasticidad del cuerpo, al igual que el yoga y el ballet para adultos. Incluso, el yoga facial, que ayuda a la gestión del estrés y la lucha contra las arrugas.
“Son unas técnicas que se han puesto de moda en los últimos 5 o 10 años. Trabajamos la musculatura interna de la cara con movimientos muy específicos. Ayuda a que la musculatura se relaje y ciertas marcas de la piel queden dilucidadas. Pero no sólo para las arrugas, también mejora el brillo y la hidratación de la piel dándole un aspecto mucho más rejuvenecido”.
Dormir bien para vivir mejor
El descanso es otro pilar de la longevidad. Munar señala que las mujeres, debido a los cambios hormonales, tienen más dificultades para dormir bien. Y aseguró que es un mito que, con los años, necesitemos dormir menos.
“Es falso. Al final lo mínimo que hay que dormir son 6 horas al día, (27:41) porque menos horas está relacionado con un mayor riesgo cardiovascular, que es la principal causa de muerte de la mujer en España. Y después durante estas horas de sueño se producen procesos de limpieza. Entonces, si no dormimos suficiente estos procesos de limpieza, no se producen. Acumulamos productos inflamatorios en nuestro cuerpo que favorecen que acabemos desarrollando enfermedades como riesgo cardiovascular. Por tanto, es un mito que tengamos que dormir menos a medida que cumplimos años”.

El verdadero chip es la mente optimista
Pero quizá el mensaje más profundo de Bàrbara Munar esté en el plano emocional. “El verdadero chip de la juventud está en nuestra cabeza”, afirma. Practicar la gratitud, el optimismo y la resiliencia no sólo mejora el estado de ánimo, también fortalece el sistema inmunológico y mejora la relación con el entorno.
“Yo lo que hago después de un día intenso de trabajo y que estoy cansada, que me noto negativa, me pongo una música relajante en YouTube y juego con un collar de cuentas al ritmo de la música. Doy gracias por haber cenado, porque mi perrita se encuentra bien, por lo que sea. Eso mejora la secreción de endorfinas”.
Y recuerda el ejemplo de Okinawa o Cerdeña, donde la esperanza de vida es mayor que el promedio. ¿La razón? En estas culturas se valora la experiencia, se promueven los lazos intergeneracionales y el apoyo comunitario.
“Aquí, las mujeres tienen un papel central. Eso les proporciona bienestar emocional y propósito, factores esenciales para la longevidad”. En Okinawa, donde hay más centenarios en el mundo, esta dinámica se traduce con el concepto de Ikigai o sea “la idea de vivir con un propósito claro, algo esencial para llevar una vida longeva y satisfactoria”.
Envejecer ya no debe ser sinónimo de pérdida ni de invisibilidad. Para Bàrbara Munar, es una etapa que merece vivirse con plenitud, dignidad y poder.
No se trata de detener el tiempo, sino de vivirlo bien.
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